Algunos tienen arte hasta para elegir escenario. Una azotea inmensa. Una azotea gigantescamente inmensa. Demasiado ancha. Blanquísima, que se sale de el resto de los tejados. Donde poder cantar a voz en grito. Donde poder quejarse con aires de seguirilla.
Azul y blanco.
Claveles, mi Aurora, son del amor mío.
Bendito sea el día y la hora en que te he conocío.
Si algún día yo a tí te llamara y tu no vinieras,
la muerte amarga a mi me diera y no la sintiera.
El corazón durito como la piera tiene esta mujer.
Y como yo estaba mu malito en la cama no me vino a ver.
Dios mandó el remedio pa este mal mío
el de mi compañera y que no lo hay
no lo encuentro.
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